Cada día hay en nuestro hogar más electrodomésticos que hace unos años resultaban accesibles solo a una menoría. Las secadoras son uno de esos nuevos aparatos que nos hacen la vida más fácil. La tecnología nos ayuda a ahorrar tiempo y esfuerzo en labores que antes debíamos realizar a mano. Pero es cierto que también tienen ciertas normas que de no cumplir nos traerás malas consecuencias para nuestra ropa.
Si al sacar una prenda de la secadora vemos que se ha reducido dos tallas, algo habremos hecho mal. Hay tejidos que pueden reducirse, como la lana, debido a que calor y el movimiento a los que les somete el electrodoméstico hace que se formen nudos y queden encogidas. Para evitarlo debemos separar esta ropa y lavar y secar de manera singular. Una vez la ropa ha encogido, si se trata de lana, podemos lavarla en agua a 30 grados y comprobar si la acción se ha revertido. Otro consejo es sumergir la lana en agua con un cuarto de chorro de vinagre blanco y acondicionador de pelo. También cuenta el mito que se deben aplicar 2 cucharadas de bicarbonato, 2 litros de agua caliente y 1 taza de vinagre blanco. Los resultados varían según la prenda y su grado de merma.
Evita altas temperaturas y largo tiempo de secado es lo mejor para tu ropa. Sigue las instrucciones del fabricante y no de arriesgues. Hay algunos tejidos que es mejor no introducir en la secadora. Son el lino, la lana, el algodón, la pana y otros como la goma, gamuza, plástico y cuero. Cuidado que estos últimos también pueden quemarse si no los tratamos apropiadamente. Hay aparatos que ya cuentan con programas especiales para estas prendas por lo que debes estudiar sus instrucciones y sacarles el máximo rendimiento.
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